Investigadores de la UACh confirman baja precisión en dosis estandarizadas de fármacos contra el cáncer

Primeros resultados de proyecto científico desarrollado en el Hospital Base de Valdivia demostraron que el 77% de los tratamientos de quimioterapia endovenosa estaba fuera del rango terapéutico. Evidencia permite realizar ajustes personalizados para mejorar la efectividad y seguridad de los medicamentos.

 

El trabajo de “Monitorización Terapéutica de Fármacos Aplicada a la Oncología”, proyecto desarrollado por científicos de la Universidad Austral de Chile (UACh) está entregando sus primeros resultados. La iniciativa, financiada por el Fondo de Innovación para la Competitividad del Gobierno Regional de Los Ríos y su Consejo Regional, evidenció que 3 de cada 4 pacientes (77%) tratados con esquemas de quimioterapia endovenosa estandarizados se encontraba con dosis de medicación fuera del rango terapéutico adecuado. Con esto, el equipo de investigadores ha realizado sugerencias a los médicos tratantes del Hospital Base de Valdivia (HBV) para personalizar los tratamientos, con el fin de hacerlos más eficaces y seguros.

 

Usando tecnología de alta precisión, académicos del Instituto de Farmacia de la UACh implementaron una metodología para medir las concentraciones de droga en la sangre de cada paciente. Así, se tomaron muestras a 26 personas que utilizan 5-fluorouracilo para cáncer gástrico, colorrectal o pancreático, y a 9 tratadas con imatinib, para leucemia mieloide crónica.

 

“Los pacientes tienen mucha confianza en el equipo, por lo tanto, no ha habido ninguna dificultad para monitorizarlos, más allá de las complejidades logísticas que para ellos pueda significar viajar; porque la mayor parte de ellos es de fuera de Valdivia, incluso algunos viven en zona bastante apartadas. Hay una persona que tiene que cruzar en barcaza para venir al hospital”, comentó la profesora Ximena Lagos, subdirectora del proyecto.

 

Con la evidencia proporcionada por las muestras y el trabajo de laboratorio, el 100% de las personas cuyas concentraciones de 5-fluorouracilo fueron monitorizadas en sangre recibieron un ajuste de sus dosis para alcanzar rangos terapéuticos adecuados. En promedio, fueron aumentadas en un 21%, y “ningún paciente ha experimentado efectos adversos graves ni distintos a los que tenía cuando recibía dosis previas más bajas, fundamentalmente porque siguen dentro del margen de concentraciones seguras, pero además ahora efectivas”, indica Daniel Muñoz, académico de la UACh y director de esta iniciativa única en Chile.

 

Pacientes entusiasmados

Óscar Saavedra (68) es funcionario público, tiene 3 hijos y fue diagnosticado de un cáncer de colon el año pasado. Desde entonces está siendo tratado por el equipo de la unidad de oncología del HBV donde debe asistir cada dos semanas a realizarse quimioterapia. Emocionado, dice que todo el equipo “se ha portado muy bien conmigo” y que cuando recibió la invitación a ser parte del proyecto “acepté de inmediato, porque suponía un beneficio para mi tratamiento”. Tras analizar la concentración del fármaco monitorizado en la sangre de Óscar, el equipo clínico resolvió aumentar su dosis de manera personalizada. “Aunque he notado más los efectos adversos, lo importante es que ahora mi tratamiento es mejor que el anterior. Esa es mi fe, (…) alargar mi sobrevivencia”, señala Saavedra.

 

Para el oncólogo del HBV, Daniel Agüero, la tecnología que utiliza este proyecto “si lo permitiese, debería utilizarse para todas las quimioterapias. Esto para mí es un sueño hecho realidad. (…) La experiencia que tiene Daniel (Muñoz) en esto, me dio mucha confianza para embarcarme y participar de la iniciativa. Los pacientes se lo han tomado con mucho entusiasmo, lo ven como una ventaja y preguntan si sus dosis llegaron al nivel adecuado”.

 

A 268 kilómetros al sur de Valdivia, en el sector rural de Lolcura (Maullín), Juan Carlos Hernández (57) hasta hace poco trabajaba como buzo. Padece una leucemia mieloide crónica por más de 15 años y su tratamiento se basa en el uso diario de comprimidos de imatinib. La concentración de este fármaco en su sangre también fue monitorizada por los profesionales del proyecto; sin embargo, en su caso, no fue necesario modificar las dosis administradas. “Yo he estado bastante bien. A estas alturas tengo controlados los efectos del remedio”, señala. Junto con valorar las atenciones en el HBV, agrega que “siempre las cosas buenas que me ofrecen las tomo positivamente. Soy un agradecido de Dios”.

 

La hematóloga Lilian Pilleux es la médica tratante de Juan Carlos. Para ella es importante contar con un mayor número de muestras de concentraciones de imatinib en la sangre para tomar decisiones de ajustes en el tratamiento. “La situación de cada paciente es diferente, (…) entonces, cambiar dosis, en el caso de reducirlas, puede significar pérdidas a la respuesta terapéutica”, expone, junto con añadir que “dentro de las próximas semanas se tomarán nuevos exámenes” para evaluar eventuales cambios en la cantidad de droga administrada.

 

Por lo pronto, los resultados preliminares señalan que a pesar de que 8 de 9 pacientes recibía la misma dosis (400 mg/dia) de imatinib, se verificó un coeficiente de variación del 30% en las concentraciones en sangre del fármaco. Así, por ejemplo, de dos pacientes que toman la misma cantidad de este medicamento, uno duplicó el nivel asimilado por el otro, según las primeras muestras analizadas.

 

Daniel Muñoz reconoce que habrá que esperar varios meses para identificar resultados clínicos respecto a la individualización de los tratamientos que están desarrollando. Por su parte el médico Agüero dice estar “confiando en que estos ajustes de dosis personalizados, a largo plazo, traerán una buena respuesta final a la terapia oncológica”.

 

Sobre el próximo objetivo del proyecto, Ximena Lagos expresó que la “codificación Fonasa para este procedimiento es algo que deberíamos conseguir”, logrando así estandarizar y masificar esta práctica de laboratorio. Por su parte, Daniel Muñoz espera poder “ampliar el abanico de terapias personalizadas hacia otros fármacos de interés clínico y de alto costo”.

 

“Esta disciplina es una gran ventana para que los farmacéuticos nos hagamos corresponsables de los resultados que tengan los tratamientos de los pacientes”, concluyó Muñoz.

 

 

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